Los días que vienen
A Venezuela le espera otra tanda más de días de paranoia e incertidumbre.
Ayer, en un solo día, el régimen de Nicolás Maduro secuestró a más de una docena de personas en Venezuela. Activistas de derechos humanos, periodistas, extranjeros, políticos y hasta sus familiares, todos víctimas por igual del plan de intimidación oficial del gobierno. Así como han sufrido ellos, sufrirán otros, esa es una de las pocas constantes con el gobierno chavista. En los días que vienen veremos más detenciones, desapariciones y, temo, hasta muertes. Por más que deseo estar equivocado o exagerando, creo que todos bien conocemos el carácter de quienes detentan el poder desde Miraflores, bastante evidencia nos han dado al respecto.
Mañana, 9 de enero de 2025, esperamos ver concentraciones masivas de la oposición venezolana. Estas mismas representan un cambio en el foco y estrategia opositora que fue acogida en los días siguientes al fraude electoral del 28 de julio y la ola represiva de los días posteriores. Recordaremos que, en aquel momento, las actividades de la oposición fueron de baja escala, enfocadas en sostener reuniones pequeñas en las que los participantes no tuviesen que ir más allá de sus propias calles o cuadras. Mañana veremos la vuelta a esas marchas y concentraciones que recordamos de la campaña, de la primaria, de las protestas de 2019, 2017, 2014, 2008…
Por supuesto, a todos nos está aplastando la misma duda: ¿qué pasará?
Si bien el internet está lleno de especulación al respecto, la verdad es que nadie sabe. No saben en Miraflores, no saben en Washington DC y mucho menos sabemos los venezolanos comunes. Esa es la realidad aterradora ante la cual nos enfrentamos pero con esa incertidumbre vienen oportunidades y también la posibilidad de cambio. He escrito en el pasado sobre cómo la incertidumbre y la falta de comunicación clara pueden ser factores determinantes en el colapso del sistema, por más sólido que pueda verse (y miren que no se ve muy sólido)1.
Entonces, ¿es eso lo que creo? ¿Que la confusión de los días que vienen será suficiente para que Maduro entregue el poder?
No exactamente, pero así como la primaria opositora y la elección del 28 de julio fueron algunos de los primeros pasos en este largo camino, así mismo el 9 y 10 de enero pueden ser los próximos escalones en la escalera de presión. Porque esa es la gran clave aquí: presión.
Este gobierno ha demostrado su intención de quedarse en el poder por la fuerza así que sólo la presión (y la presión efectiva) puede realmente desalojarlos de sus trincheras. La oposición ha estado construyendo esa presión con dedicación y una visión bastante realista de la situación. Se retomó la vía electoral con la seriedad, organización y la fuerza en números que se necesitaba para un concurso tan injusto. Se publicaron las pruebas de la victoria de Edmundo González Urrutia. Se le dijo, claramente, a la gente que la ruta hacia la victoria era larga y difícil y no se resolvería en un solo día. Ahora, EGU recorre los países de la región, reforzando lazos con aliados estratégicos como Panamá, Estados Unidos y Argentina, entre otros.
Por su lado, los aliados ideológicos de Bolivia, México, Colombia y Brasil no enviarán a sus mandatarios a la toma de posesión de Maduro, en vez dependiendo de representantes. Ya Gustavo Petro, tras mucha vuelta, ha dicho que no reconoce los resultados anunciados de la elección del 28 de julio. Cada vez, el gobierno se encuentra más aislado y es la paranoia la que los tiene armando este espectáculo que ahora vemos a lo largo de las ciudades del país, con miles de funcionarios de “seguridad” encapuchados en cada avenida. Un claro mensaje a todos esos allegados del régimen que quizás puedan estar considerando saltar la talanquera o, quizás, ir más allá…
Entonces volvemos a la pregunta. ¿Qué irá a pasar mañana? ¿y el viernes?
Mi sospecha inicial es que las concentraciones de la oposición serán exitosas en número de participantes. La contramarcha chavista anunciada entre Chacaíto y Petare será mísera en comparación a aquellas convocadas por Maduro en 2013 para su campaña electoral, pareciéndose más a las movilizaciones del gobierno que vimos a principios de agosto 2024 en apoyo al dictador. Gente habrá en las movilizaciones del PSUV, recordemos que cuentan con todos los empleados públicos a quienes obligan a participar, para no se acercará ni a una muestra representativa del supuesto resultado electoral que obtuvieron en julio.
Me inclino hacia manifestaciones generalmente pacíficas a lo largo del día, o bueno, sospecho que habrá paz en muchos sectores. La movilización de Caracas tiene varios puntos de concentración y, mientras que espero que la de Santa Fe no cuente con demasiada resistencia, temo que las cosas no serán así para quienes se reúnan en La Vega. A todas estas, creo que el momento de mayor riesgo (para la mayoría de los manifestantes) será luego de culminadas las reuniones, cuando estén volviendo a sus casas. No dudo que volveremos a ver el terrorismo de estado que vimos el 29 de julio y a lo largo de todo agosto. Incluso quienes no hayan asistido a las marchas se encontrarán en custodia policial si los agarran “mal parados” por ahí. Así es este gobierno.
El 10 de enero veremos a Maduro juramentarse ante una Asamblea Nacional arrastrada, con una Caracas altamente militarizada. Se me llegó a ocurrir que Edmundo González llegaría ese día para ser detenido en Maiquetía pero, justo hoy hablando en conferencia de prensa con el presidente de Panamá, EGU mencionó que su recorrido durará hasta el domingo. Quizás fue un error o es parte de un juego para distraer al gobierno, ya el tiempo dirá. Lo que sí no dudo es que la militarización no cesará mientras EGU siga fuera del país.
¿A donde va todo esto?
No sé. Creo que nadie sabe. Me gustaría pensar que, tras las nuevas presiones de esta semana entrante, tras nuevas garantías de los gobiernos aliados de la oposición y tras una nueva ronda de negociaciones, pues, veremos a Maduro (o uno de sus aliados) iniciar una transición en el poder.
Pero la realidad existe independientemente de nuestros deseos y, por más esperanza, paciencia y disposición que tenga, temo que las cosas no salgan así y volvamos a un 2019 Parte 2 con mayor militarización y menos garantías a la ciudadanía. Nuestro país se encuentra ante otro de esos momentos críticos que definirán nuestro futuro. Va a requerir mucha templanza y sabiduría, paciencia y sacrificio pero si algo es cierto es que esta gente es una minoría absoluta que, cada vez, tienen menos amigos dispuestos a moverse por ellos.
A todos, cuídense mucho estos días, serán complicados.
Tengo un par de notas que he escrito sobre la importancia de construir presión, lo cual (en un terreno asimétrico como este), requiere obligar al rival a tomar malas decisiones:
La abstención no es una estrategia política útil, 2 de mayo de 2023.
Campo minado de malas opciones: las inhabilitaciones de Machado y Capriles, 26 de enero de 2024.
Presión y paciencia, 25 de enero de 2024.
Cuídate