Presión y paciencia
Los tiempos le juegan en contra a la oposición pero todo camino de acción parece una trampa.
María Corina Machado acudió al Tribunal Supremo de Justicia el pasado 15 de diciembre para apelar su inhabilitación política, una oportunidad (llamémosle así) “ofrecida” por el gobierno en respuesta a las presiones de Estados Unidos por unas elecciones más justas. Recordemos que en octubre, el gobierno en Washington DC levantó sanciones sectoriales sobre el petróleo y gas venezolano, exigiendo a cambio (públicamente, al menos) la liberación de todos los presos políticos y ciudadanos estadounidenses injustamente detenidos, así como la creación de un cronograma para el levantamiento de las inhabilitaciones políticas.
Era de esperarse que Caracas no respondería exactamente con todo lo que quería Estados Unidos, más bien, arrastrarían los pies y cumplirían a medias para ver cómo reaccionaba su contraparte y así entender cuánto pueden abusar de la “buena fe” ajena. Esos abusos van más allá del “mecanismo” este que idearon para la “evaluación” de las inhabilitaciones, también sirve para jugar con los tiempos de la oposición.
Van 40 días desde que Machado acudió al TSJ y aún no sabemos cual será el resultado de todo esto. Mientras tanto, el CNE aún no ha anunciado una fecha para la celebración de la elección presidencial. En este clima de incertidumbre, activistas del gobierno fueron y grafitearon las sedes de varios partidos y organizaciones políticas de oposición con la frase “Furia Bolivariana” mientras miembros de la campaña de Machado como Juan Freites, Juan Camacaro y Guillermo López fueron detenidos por las fuerzas de seguridad.
Estos abusos ocurren la misma semana que el fiscal general, Tarek William Saab, anunciase que desde mayo de 2023 se han desmantelado unas 5 conspiraciones para asesinar a Nicolás Maduro. Estas supuestas conspiraciones han resultado en el arresto de 32 personas y en llamados de Maduro y Vladimir Padrino López sobre la importancia de purgar las FANB de “traidores”.
Este tiempo que pasa sin respuestas sobre la fecha de la elección o noticias sobre la inhabilitación de Machado favorece al gobierno, les da chance de esperar a que se calmen las protestas del sector educativo, les da tiempo de preparar las narrativas que usarán en campaña y además sirve para “enfriar” a la oposición.
Mientras más tiempo estamos en total oscuridad sobre las elecciones, más nos alejamos de ese ímpetu energético que se vió en la campaña de la primaria opositora, más se va enfriando el zeitgeist que impulsó a Machado a aquella impresionante victoria. El paso del tiempo le juega en contra a la oposición, algo que ellos deben saber y que los pone en una posición bastante difícil, negociando un camino en el campo minado de la presión y la paciencia.
Por un lado, la oposición muestra “buena fe” al seguir el procedimiento establecido por el gobierno para apelar la inhabilitación de Machado, por otro, es importante que nos preguntemos ¿hasta cuando?
¿Qué pasa si los días siguen corriendo y no tenemos progreso en el TSJ y tampoco se fija una fecha para las elecciones? Uno imaginaría que la respuesta a esa pregunta es “la oposición tendrá que hacer algo para ponerle presión al gobierno”, pero ¿qué, exactamente?
Siendo honesto, no se cuántas personas estarían dispuestas a volver a salir a marchas o concentraciones de protesta. Eventos de este tipo corren varios riesgos, el primero es que si van pocas personas la oposición arriesgaría quedar expuesta como una minoría, debilitando sus prospectos electorales. El segundo problema con volver a la calle es que es increíblemente predecible, por lo cual el PSUV ya debe tener su narrativa lista para responder. En cuanto se arme la primera protesta tendremos al gobierno acusando a la oposición de ser una minoría violenta, dirían que nunca aprenden y no cambian y, por ende, no pueden participar en la elección. Esto sin imaginar todo lo que dirían aquellos “opositores” que dedican sus carreras a criticar a los rivales del gobierno sin emitir opinión sobre los abusos cometidos desde el poder.
Dudo que Maduro dejaría pasar la oportunidad para reafirmar la inhabilitación de Machado, quizás podrían ir más lejos aún e imponer nuevas inhabilitaciones sobre los demás precandidatos de la primaria opositora que la han apoyado tras su victoria.
Aquí uno lanzaría la mirada hacia Estados Unidos, el aliado externo de la oposición y el jugador ideal para ponerle presión al gobierno, pero en Washington llevan tiempo viéndose algo desinteresados en este desastre. El gobierno de Joe Biden levantó sanciones sectoriales en octubre, mes en el cual le exigieron a Maduro la liberación de todos los presos políticos y un cronograma para remover las inhabilitaciones. Esas cosas no se cumplieron, estamos a finales de enero y aún siguen levantadas las sanciones. Desde Estados Unidos escuchamos muchas palabras pero vemos poca acción, parece prevalecer el interés por normalizar la relación, priorizando un gobierno estable en Venezuela por encima de uno bueno.
El mecanismo de presión externa está desinteresado y el mecanismo tradicional de presión interna es una trampa. Entonces, ¿qué hace la oposición?
Creo que aquí podemos ver lo delicada que es la posición en la que se encuentra Machado. Recordemos que, en cualquier momento, el CNE puede anunciar elecciones para abril mientras, en simultáneo, el TSJ dicta que Machado continuará inhabilitada. ¿Ahí qué?
La campaña de Machado ha ido adelantando lo que puede, anunciando la formación del Plan 600k para movilizar votos y para defender la ruta democrática, una buena señal de parte de una oposición que ha sido correctamente criticada en muchas ocasiones por ser reactiva en vez de proactiva, pero aún nos pesan grandes dudas.
No se puede esperar por siempre ni se puede actuar muy pronto.
Ojalá yo pudiese aportar alguna solución a todo esto pero la realidad es que no la tengo, lo único que se es que llevo días consumido por la complejidad de la situación y que cualquier solución a la inacción gubernamental va a requerir una cantidad absurda de creatividad.