Mañana son las elecciones en Venezuela.
Es bastante extraño escribir eso. En cierta manera, se siente algo surreal. Ya son más de dos años desde que la Plataforma Unitaria Democrática anunció que celebrarían una elección primaria para escoger un candidato único. Desde aquel anuncio hemos vivido todo tipo de show. Vimos discusiones sobre si la primaria sería organizada por el CNE, vivimos aquella extraña campaña de Henrique Capriles Radonski tratando de re escribir la historia de la elección contra Maduro, los candidatos opositores tuvieron un debate transmitido en vivo desde la UCAB.
La primaria sufrió todo tipo de ataque. Vimos a Diosdado Cabello alegar que no habría primaria sin el CNE, escuchamos como la vicepresidente de la Comisión Nacional de Primaria renunciaba por “falta de condiciones” para hacer una elección perfecta y leímos a los charlatanes de siempre burlarse de que la falta de maquinaria de Vente Venezuela les costaría la primaria solo para ver a la misma gente una semana después diciendo que María Corina Machado se estaba robando los votos.
Hablando de robos, hemos visto todo tipo de trampa para asegurar que la elección presidencial sea bastante parcializada. La expansión del registro electoral se vio seriamente afectada, vimos al chavismo inhabilitar a María Corina Machado para luego ver como prohibían la inscripción de su candidata sustituta, Corina Yoris. Durante la campaña han cerrado calles, trancado puentes, clausurado hoteles y restaurantes, arrestado a una cantidad cada vez más alarmante de colaboradores de la oposición. Castigo tras castigo para quienes ya, después de un cuarto de siglo, están inmesurablemente cansados del desastre que esta gente ha hecho con el país.
Pero a pesar de todas estas trampas y juegos sucios, aquí estamos, a horas del inicio de la elección y con un candidato genuinamente competitivo inscrito y listo para enfrentar a Nicolás Maduro.
¿Por qué?
¿Por qué es que, a pesar de la evidente falta de apoyo popular, este gobierno ha permitido que Edmundo González Urrutia enfrente a Maduro?
Fácilmente lo pudieron haber inhabilitado. Es más, no tenían ni que hacer eso, podían ignorar su candidatura como ignoraron la de Corina Yoris. Entonces, ¿por qué están tomando este riesgo masivo a su poder?
¿Qué hay detrás de esas declaraciones de oficiales del gobierno como Freddy Bernal o Nicolás Maduro Guerra que han hablado de ser oposición? ¿Por qué canales del estado como Televen han repentinamente decidido cubrir las denuncias de la oposición? ¿Por qué anda el gobierno tan sensible con las cosas que dicen sus propios aliados políticos?
¿Será que la cosa se les está yendo de las manos? ¿Quizás incluso más de lo que pensaron posible?
La verdad es que no se. Creo que nadie realmente sabe qué está pasando en la cabeza de Maduro, más allá de él mismo.
Llevo más de un mes sin escribir por aquí, no por falta de interés pero porque ha sido tan imposiblemente difícil organizar cualquier serie de pensamientos sobre esta elección. Se que muchos nos sentimos así. Después de todo, nos estamos enfrentando a algo realmente desconocido. Nunca hemos visto un PSUV tan poco popular yendo a elecciones contra un rival serio. Un rival unificado que ha hecho el trabajo necesario para mantener este asunto competitivo, a pesar de cada trampa que el gobierno ha lanzado en su contra.
Genuinamente me cuesta pensar que se han permitido llegar hasta este punto. De nuevo, han hecho bastante para evitar esta situación, han hecho bastante para desmotivarnos, para tratar de romper los espíritus de quienes se oponen a los esfuerzos tan indignos de este gobierno de aferrarse al poder. Pero aún así me cuesta creerlo.
En abril, cuando Edmundo González quedó anunciado como el “candidato tapa” de la oposición, estaba dispuesto a apostar todo a que no llegaba habilitado al día de la elección. Que a última hora veríamos al gobierno arrancar su cara del tarjetón electoral. Que veríamos a los partidos que lo apoyasen quedar prohibidos y liquidados.
Aún hay tiempo para acciones exageradas y extremas como esas, el rival no es democrático y cualquier decorum que les queda puede fácilmente ser superado por un arranque autoritario malcriado repentino. Sin embargo, ya la elección comienza en unas horas y estas medidas se ven menos y menos probables. Las podían haber tomado antes, ¿para qué andar esperando tanto?
Se que esta noche será difícil dormir. Se que mañana se sentirá bien extraño. También se que, por un par de horas, las cosas se llegarán a sentir extrañamente normales. Como si viviésemos en una democracia saludable y las elecciones con expectativa de cambio fuesen algo común. Pero mientras más tiempo pase, más extraño se sentirá todo. Más dudas, más denuncias, más sospechas.
La tarde y la noche serán insoportables. El lunes… ni imaginar.
Genuinamente no lo puedo visualizar, todo es tan inestable.
Estoy tan paranoico que si el domingo en la noche escuchamos al CNE proclamar a González Urrutia como el ganador estaré ahí sentado pensando
“esto es parte de la trampa. Algo van a hacer.”
Por ahora, lo único realmente bueno es que el esfuerzo individual de cada uno es bastante simple y fácil de ejecutar: descansar, despertar, salir y votar.
Simple.
Mañana son las elecciones en Venezuela.
Será un día largo y extraño pero lo sortearemos.
Nos vemos el lunes.