Riesgo ocupacional: Igor Mangushev y los mercenarios rusos
Yevgeny Prigozhin ha acumulado una cantidad absurda de poder en Rusia pero ningún mercenario puede considerarse intocable.
La tensión entre el Ministerio de Defensa ruso y el Grupo Wagner, una compañía de mercenarios liderada por Yevgeny Prigozhin y Dmitry Utkin, había existido desde el nacimiento de Wagner en el Donbás de Ucrania en 2014. El Grupo Wagner y las demás empresas mercenarias de Rusia son ilegales, en teoría, y han existido como un brazo paramilitar de la política extranjera de la nación, permitiendo al país intervenir en el extranjero sin tomar toda la responsabilidad. Las oportunidades de negocios que nacen en este espacio gris permitieron a Prigozhin y Utkin amasar una cantidad absurda de poder y riqueza en sus años al frente de Wagner.
Poco a poco, la relación con las fuerzas de seguridad institucionales se complicaron, con la Batalla de Khasham en Siria siendo un momento decisivo en el 2018 que asentaría en piedra el destino rebelde de Wagner que vimos este viernes y sábado pasado. A lo largo de esas 24 horas, Prigozhin y sus hombres comprobaron un miedo que el Kremlin había tenido desde hace varios años en relación a las compañías militares privadas, un miedo que demostró lo que le sucede a quienes cruzan las líneas rojas de Moscú y que Prigozhin sin duda no ha olvidado.
Los Mapaches de Mangushev
A mediados de 2018, el servicio de inteligencia de Rusia (FSB) se encontraba algo preocupado por el alza de un grupo nacionalista que, poco a poco, se había convertido en una compañía mercenaria. El grupo, conocido como la Corporación de Sociedades Comunales Populares Unidas , ENOT según sus siglas en ruso (que suena como “Yenot”, la palabra rusa para “mapache”) había sido fundado por Igor Mangushev y existía para legitimizar milicias existentes del Donbás ucraniano.
El grupo crecería con el pasar de los años y enfrentaría su primera gran controversia pública en 2017. Tras mantener campamentos de entrenamiento paramilitar en Bielorrusia, miembros de ENOT habían declarado públicamente que las autoridades de Minsk no hacían suficiente para contrarrestar a Occidente. Dichas declaraciones llegaron a ser consideradas amenazas por parte del gobierno y la oposición local, llevando a ENOT a calmar el lenguaje un poco y mudar sus campamentos a otro país: Serbia.
A ENOT le costó mucho mantener un perfil bajo en su nueva sede de reclutamiento y sus campamentos fueron cerrados a principios de 2018 por estar entrenando a niños de 14 años de edad. Las autoridades en Serbia habían actuado tras sospechar posibles abusos que se cometían contra los jóvenes que ahí se entrenaban. Personas afiliadas al campamento y a ENOT habían comentado que era meramente “instrucción pre-militar” para preparar a aquellos jóvenes que luego quisieran unirse al ejército. En realidad, el campamento preparaba futuros paramilitares, inculcando su ideología neo-Nazi, el irredentismo serbio y estando compuesto por ex-soldados de la Republika Srpska que pelearon en las guerras de la ex-Yugoslavia. Muchos de estos mismos “instructores” formaron parte de la Unión de Voluntarios del Donbás, una organización armada de hombres que pelearon en grupos paramilitares de Donetsk y Luhansk desde las operaciones militares rusas en Ucrania en 2014.
Construyendo su línea de reclutamiento en el extranjero, ENOT fue de gran utilidad para Rusia, participando en los conflictos en Siria, Nagorno-Karabakh y, por supuesto, a lo largo de ocho años de combate en la Ucrania ocupada. Al final, ENOT tuvo que mudar la mayoría de sus campamentos a Rusia, donde terminaron poniendo nerviosas a las autoridades locales que antes habían estado felices viendo a Mangushev construirles un ejército de paramilitares en el extranjero.
ENOT creció en popularidad y en armamento y el FSB continuó preocupándose, siempre nerviosos de crear una mafia armada más peligrosa que la mafia armada oficial que gobierna desde el Kremlin. Con el paso del tiempo ENOT se volvía más vocal sobre sus opiniones políticas y el extremismo de su ideología. Miembros de la compañía criticaban a las autoridades rusas, casi acusándolos de débiles. Hartos de los desafíos, el FSB tomó la primera movida legal para controlar el peligro, arrestando a varios miembros de ENOT en toda Rusia en noviembre de 2018.
Las operaciones en contra de ENOT se intensificaron en 2019, con casi todos sus miembros siendo perseguidos por los servicios de inteligencia, siempre pendientes de encontrar evidencia que pudiese ser usada para “purgarla” de sus miembros. La primera gran ficha en caer fue Vladimir Morozov, tesorero de la compañía que fue sentenciado a 10 años y medio de prisión en 2021 por el crimen de extorsión. La segunda gran figura en ser eliminada fue Roman Telenkevich, líder de ENOT, sentenciado a 13 años en prisión por estar involucrado en el mismo complot que Morozov.
Con dos de sus líderes sentenciados a más de una década de prisión, y la persecusión policial de sus demás miembros, ENOT había llegado efectivamente a su fin. Pero los destinos de Morozov y Telenkevich no serían tan malos al compararlos con lo que le esperaba al fundador de la empresa.
Por el hierro
Cuando Rusia invadió a Ucrania (de nuevo) en febrero de 2022, nadie estaba más emocionado que Igor Mangushev.
Mangushev era rábidamente anti-Ucrania. Él percibía la identidad ucraniana como una asquerosidad, veía al pueblo del país vecino como cucarachas que debían ser liquidadas, por el bien de Rusia. Durante el primer verano de la invasión, Mangushev famosamente habló en público, declarando que la guerra no era contra “gente de carne y hueso”, era una guerra contra “Ucrania como una idea anti-Rusia”. Para agregarle más color a su griterío desquiciado, Mangushev mostró el cráneo de un soldado ucraniano que él dice había sido matado en Mariupol. Con los restos de su víctima en su mano, Mangushev declaró que pondría fin a Ucrania y volvería el cráneo un vaso para celebraciones.
La guerra le había dado a Mangushev una plataforma muy útil para volver a encender las pasiones de sus seguidores ultranacionalistas. Una vez más, existiría una oportunidad para reconstruir ENOT, con la guerra sirviendo de buena justificación de su existencia. Pero alguien tenía otra idea en mente.
El 5 de febrero de 2023, mientras Mangushev volvía del frente en Ucrania, fue detenido en una alcabala varios kilómetros dentro de territorio controlado por Rusia en la ciudad ucraniana de Kadiivka. Hasta el día de hoy, no se sabe exactamente qué sucedió pero Mangushev salió de la alcabala con un solo disparo en la cabeza que causó su muerte. Un final brutal, propio de la vida que vivía.
Una advertencia
Algunos analistas especularon en febrero que la ejecución de Mangushev servía un propósito adicional: una advertencia a Yevgeny Prigozhin.
El líder de Wagner llevaba meses quejándose públicamente del Ministerio de Defensa ruso, llegando a acusar al Ministro de la Defensa, Segei Shoigu, de ser un traidor. Estos ataques verbales de las Fuerzas Armadas son delitos en Rusia, penados con prisión. En vez de moderar su lenguaje, Prigozhin se enaltecía y atrincheraba, molesto que miles de sus camaradas morían cada mes en Bakhmut por culpa del liderazgo ruso. Al final, Prigozhin parece haber alcanzado uno de sus objetivos, logró la salida de Shoigu del Ministerio de la Defensa, y encima expuso la incapacidad de las fuerzas institucionales.
Lo que ha hecho Prigozhin es destruir el monopolio “legítimo” de la fuerza, que antes descansaba en las manos del Kremlin. Un miedo que las autoridades en Moscú tenían desde 2018, como sabiamente señaló Paul Goble en este artículo del momento, escrito en referencia a la alza de ENOT.
El líder de Wagner ha cruzado una serie casi inmesurable de líneas rojas, Prigozhin bien sabe que la gente en Rusia muere por mucho menos, así que nos deja a todos preguntándonos ¿qué posiblemente estaba pensando cuando volteó sus columnas hacia Moscú y derribó 8 aeronaves rusas?
¿Qué estará pensando ahora?
A esta historia le quedan varias vueltas aún pero es imposible no pensar en Mangushev mientras esperamos el desenlace.