PsicoData Venezuela 2023 y lo que podemos aprender de otros países
A pesar de contextos extremadamente distintos, recientes estudios sobre la situación depresiva en Venezuela y Estados Unidos han arrojado resultados muy similares.
Hace unos días fueron publicados los resultados de PsicoData 2023, un estudio elaborado por un equipo de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello, “un retrato a partir de la evaluación de las características psicosociales de la población venezolana”, que tiene el propósito de reunir “información confiable para crear y mejorar programas de intervención”.
La presentación de resultados dice estar dirigida a los medios de comunicación, las agencias y organismos internacionales, responsables de intervenciones psicosociales y espirituales, de políticas públicas y para las empresas privadas. Siendo que la salud mental ha sido, por mucho tiempo, un tema bastante tabú en los países de Latinoamérica, no sorprende ver que los medios de comunicación están de primeros en la lista de su publico objetivo. La intención es que los medios repliquen los resultados en un esfuerzo de concienciación y también en un intento de alcanzar una mayor audiencia.
Esa estrategia parece haber funcionado, hemos visto notas publicadas en medios como El Nacional, Correo del Caroní, y hasta una entrevista al coordinador del estudio, Daniel Socorro, por Kico Bautista en Globovisión.
No sorprende que los medios se hayan enfocado en los números grandes, “el 90% de los venezolanos le preocupa la situación del país”, “el 64,5% de los venezolanos ha sentido estrés por problemas económicos”, “al 73% le preocupa el futuro del país”, son algunas de las líneas (y hasta titulares) que se pueden encontrar al principio de las notas escritas al respecto.
Hay otros resultados dentro del estudio que me llamaron bastante la atención, que el 80% de los encuestados afronte sus problemas rezando y que el 59% tiene ganas de participar en actividades sociales o políticas están entre los resultados que me parecieron más curiosos. Aún así, entiendo por qué los titulares son los que son. Que, en el contexto venezolano, el 73% esté preocupado por el futuro del país y al 64,5% le preocupe la economía son figuras que nos llaman mucho la atención.
No porque sean sorpresas pero porque las interpretamos como parte de la crisis política, social y económica que ha vivido el país por muchos años ya. Es fácil ver datos macro como esos y tratar de sacar conclusiones políticas. Por ejemplo, si al 73% de los venezolanos les preocupa el futuro del país (conociendo a Venezuela) alguien podría decir que aquello es consecuencia de la catastrófica administración nacional del PSUV y el gobierno de Nicolás Maduro.
Ciertamente, Maduro y el PSUV se han dedicado a destruir el país. La desmantelación de la industria petrolera, la peor hiperinflación imaginable (una destrucción de la moneda sin precedentes nacionales), una de las olas migratorias forzadas más grandes del mundo, la destrucción de la independencia del poder judicial, la represión a manifestaciones pacíficas (incluso las que protestan las tarifas de aseo urbano), la lista es absurdamente larga. En Venezuela sobran las razones para estar preocupados por el presente y el futuro, es completamente entendible que una gran parte de la población este estresada por la dirección en la que va el país y eso incluye el estado de la economía.
Dicho eso, cuando leí los resultados de PsicoData, tuve un momento de déjà vu. El 73% de los encuestados estaban preocupados por el futuro del país, el 64,5% votó a la economía como la principal fuente de estrés en sus vidas… me hacían ruido, me sonaban muchísimo.
Estaba convencido de que los había visto antes o por lo menos algo parecido. Me puse a buscar, tratando de repasar lo que había leído recientemente hasta que encontré algo interesante.
En octubre de 2022 se publicaron los resultados del estudio “Stress in America 2022”1, preparado por The Harris Poll para la American Psychological Association (APA). El 76% de las más de 3.000 personas encuestadas respondió que pensar en el futuro del país les causaba estrés. El 69% de ellos respondió que la economía era una fuente significativa de estrés, la respuesta más votada en aquella categoría (entre la totalidad de los encuestados).
Ciertamente los números no son idénticos pero me pareció impresionante que fuesen tan parecidos a pesar de los contextos diametralmente opuestos.
Discusiones sobre la salud mental y los niveles de estrés y ansiedad han sido bastante visibles en Estados Unidos, ha sido un tema tratado de hace unos años como una crisis seria que afecta al país. El problema parece ser más grave entre los adolescentes y las mujeres, quienes enfrentan las tasas de tristeza más altas en una década.
Los resultados de este clima depresivo se han reflejado en la política donde vemos a (principalmente) la izquierda presentar narrativas catastróficas. Cada lucha es la “más importante”, cada elección puede “ser la última”, cada debate es una pelea contra “el fascismo”. Quizás estas narrativas en la izquierda estadounidense no deberían sorprender considerando que la depresión y ansiedad afectan mayormente a jóvenes “liberales” (entiéndase “liberal” como “izquierda”, siendo esta la forma que se emplea el término en la política de Estados Unidos y no como se usa en Venezuela). Así, gracias a la hegemonía de las políticas de izquierda en Estados Unidos, la línea discursiva deprimente, catastrófica, negativa y exagerada ha permeado en la cultura del internet, especialmente entre miembros de la clase periodística corporativa, a pesar de que las condiciones de vida en Estados Unidos son objetivamente mejores que en cualquier punto de su historia moderna.
La catastrofización ha nublado la percepción de una parte muy considerable de la población de aquella nación, llevando a muchos a responder que su economía y su futuro como nación son fuentes significativas de estrés a niveles comparables a los que responden venezolanos sobre Venezuela.
Pero ¿qué tiene que ver esto con Venezuela?
Los psicólogos saben que los problemas de salud mental tienen orígenes multifactoriales, por lo cual nunca hay una sola causa responsable. Sin embargo, muchas veces la gente (y los medios) tienden a ver los problemas complejos como monocausales, lo cual lleva a diagnósticos de baja calidad, lo cual lleva a intervenciones mal diseñadas que no resuelven nada.
Por supuesto que la economía venezolana y la falta de estabilidad política/institucionalidad democrática van a jugar un rol negativo en nuestra salud mental pero los generadores de políticas públicas (en especial los políticos que tienden a dejarse llevar por lo simple y fácil de vender) tienen que tener cuidado a la hora de llevar a cabo sus análisis. Obviamente arreglar los problemas increíblemente complejos que tiene Venezuela va a tener un impacto positivo en nuestra percepción general pero muchos podrían llevarse una sorpresa si las respuestas a encuestas como PsicoData no cambian mucho o no cambian como esperaban.
Después de todo, el contexto de Estados Unidos es muy distinto pero la gente igual ve el futuro del país y la economía como factores de estrés altamente significativos a un ritmo similar a como lo perciben los venezolanos.
¿Significa aquello, entonces, que los números probablemente no cambien? ¿Siempre estaremos tristes y preocupados por lo mismo y al mismo nivel?
No creo que sea así, en Suiza (por ejemplo) también hay gente estresada pero ellos identifican otras cosas como causas generadoras de estrés y ansiedad. No dudo que encontraremos cosas distintas por las cuales preocuparnos.
Creo que lo importante aquí es recordar que la mente es un sistema complejo y la sociedad es un sistema complejo compuesto por sistemas complejos. Entender sus problemas y las causas que los generan es difícil, siempre lo será, pero tenemos que tener cuidado al hacer inferencias a partir de un par de datos y reconocer que las personas rara vez ven las cosas de la misma forma que las vemos nosotros. Muchas veces tenemos que reconfigurar nuestras expectativas y entender que a veces las cosas son más complejas de lo que podemos creer.
Algunos podrán pensar que no importa mucho si los periodistas hacen malas inferencias o si los medios simplifican estos temas en sus reportajes. Sí importa, es vital que la población esté consciente de la complejidad de estos asunos y los errores que se pueden cometer. En una democracia funcional (que quizás algún día tengamos) es la ciudadanía quien determina lo que le importa a la sociedad y por ende son quienes hacen presión para cambiar la agenda de los políticos que persiguen el poder.
Creo que entender, correctamente, los problemas de salud mental que enfrentamos es un objetivo que todos deberíamos tomar en serio y sí es algo que podemos lograr.
Nota: Para este post contacté por correo al equipo de la Escuela de Psicología de la UCAB que elaboró PsicoData Venezuela 2023, planteándoles mis dudas y las siguientes preguntas:
¿Por qué cree que existe una perspectiva negativa tan similar, a pesar de la diferencia de condiciones objetivas?
Si la perspectiva negativa se mantiene a pesar de la diferencia en condiciones, ¿cree que eso presentaría dificultades u obstáculos para los investigadores de la psicología social, psicología comunitaria y los generadores de políticas públicas?
¿Cuáles serían algunas de esas dificultades?
Si estás leyendo esta sección, eso significa que no obtuve respuesta para el momento de publicación. En caso de que reciba sus comentarios, actualizaré este post con una nota de edición y enviaré un nuevo correo comunicando lo que me dijeron.