La primaria, estrategia y riesgos: María Corina Machado
Digamos que Machado gana la primaria, ¿qué pasa si llega el día de inscribir candidatos presidenciales y ella sigue inhabilitada?
La semana pasada escribí sobre Henrique Capriles Radonski, su narrativa general, su estrategia camino a la primaria, los riesgos de su postura y algunos posibles escenarios antes y después del 22 de octubre. Esta semana toca enfocarnos en su rival más cercano, María Corina Machado y la forma en que ella está enfrentando la primaria y desafiando su inhabilitación.
La narrativa
“…hay una relación sistemática entre estas dos medidas que no se corresponde con el número de votos lo cual, en un 99%, avala la tesis de que se ha cometido fraude.”
Esas fueron las palabras de Machado tras los resultados del referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004. En 19 años, su frontalidad no ha cambiado, algo que ha sido un factor atractivo para sus simpatizantes y una fuente de tensión y roce con sus detractores.
El clima político nacional ha cambiado mucho desde 2004, pero la firmeza de Machado en su línea discursiva ha sido constante. Para ella, las cosas están claras: este gobierno se tiene que ir sin peros. Esa simpleza narrativa, vendida recientemente como una lucha entre la “Venezuela decente” y el régimen, es un imán para el electorado actual cansado de la “normalización” que tratan de vender el gobierno y algunos de sus aliados causales.
Además, Machado ha logrado mantener cierta “distancia” de los intentos más recientes de la oposición de remover a Maduro, como en el caso del gobierno interino de Juan Guaidó. Esta distancia con los fracasos públicos recientes de la oposición la hacen ver “nueva” a pesar de llevar toda su vida en política nacional. Su narrativa confrontacional la separa de los entreguistas. Su consistencia la hace fácil de identificar y catalogar. Todos estos factores contribuyen al fenómeno popular que hemos visto en recientes meses y que, de ser creíbles las encuestas, parecen indicar que Machado está encaminada a ganar la primaria del 22 de octubre. Parece que, después de tantos años, el momento al fin favorece a Machado, el clima político es perfecto para su discurso desafiante.
La estrategia y sus problemas
Machado reafirmó su posición el mismo día que se confirmó su inhabilitación, negándose a cambiar de rumbo y manteniéndose firme en su campaña, un acto de desafío que ha reforzado diciendo, en varias oportunidades, que la oposición no se dejará imponer un candidato por Maduro. Aquí nace el “Hasta el Final”, el lema de campaña que ha adoptado la precandidata de Vente Venezuela.
La idea central es simple, Machado y Vente han escogido un camino y no están dispuestos a abandonarlo. Creo que Machado reconoce que ella no está en posición alguna para hacerle exigencias a Maduro. Creo, también, que ella entiende que Maduro no tiene razón real para hacer concesiones reales, por lo cuál es necesario crear las condiciones para que una negociación seria sea posible. La idea de “ir hasta el final” es un reflejo de la búsqueda de nivelar el balance de poder, Machado quiere recordarle al gobierno (y a nosotros) que no habrá movida simple que la elimine de la contienda.
¿Inhabilitada? No importa, seguirá en campaña. ¿La amenazan de no ir a cierta parroquia? Irá igual. ¿La agreden al llegar? Denunciará públicamente la violencia y seguirá.
Estos desafíos irán generando más apoyo, lo cual se traduce en una mejor posición de negociación para Machado. Con cada amenaza superada, el costo que enfrenta el gobierno para removerla de la competencia aumenta ya que se ven obligados a tomar decisiones cada vez más autoritarias o, posiblemente, violentas. Mientras más desafíos sean superados por Machado, más apoyo popular tendrá y más caro se vuelve el próximo desafío para el gobierno. La idea, presumo, es generar suficiente momentum para elevar los costos de las decisiones autoritarias del gobierno y así llegar a una posición desde la cuál se puedan negociar mejores condiciones electorales, algo que incluye la restitución de sus derechos políticos.
La jugada, entonces, es aumentar la presión lo cual implica un aumento en los desafíos al régimen.
Así, naturalmente, llegamos a una imagen similar a la de las protestas de 2014, 2017 o 2019. Los detractores de Machado enfatizarán, en particular, La Salida, la campaña iniciada el 23 de enero de 2014 de presionar a Maduro con marchas en las calles. Las protestas que le siguieron culminaron con 43 muertos, más de mil heridos y miles de detenidos, cientos de los cuáles duraron varios años en la cárcel. En 2017, morirían 163 personas y Maduro se mantendría en el poder. Estas son las imágenes que los críticos de Machado quieren invocar y lo hacen con buena razón.
Machado ha respondido a estas críticas. Recientemente, en una entrevista para Letras Libres, recordó que fue el gobierno quién “persiguió, mató y torturó a quienes se atrevieron a enfrentarse a sus designios hegemónicos” cerrando su respuesta a una interrogante sobre La Salida con lo siguiente:
“Sumisión o violencia parecieran las únicas alternativas cuando no lo son; se trata de un proceso de acumulación de fuerzas en el que la protesta pacífica es necesaria.”
En otras palabras, Machado recuerda que la “acumulación de fuerzas” que persigue es pacífica y es el gobierno quien ha vuelto las protestas algo de vida o muerte. Sin embargo, aquí se revela una dura realidad: Machado no tiene poder para garantizar que sean pacíficas porque ella no controla lo que hace el gobierno.
Por ende, la gente que participe en esta construcción de fuerza de negociación tiene que entender que las cosas fácilmente pueden volver a ser como en 2017. Sí pueden salirse de control y tornarse violentas. Desafortunadamente, esta es la realidad de Venezuela y es la realidad de enfrentarse a un régimen autoritario que ha demostrado estar dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder.
Si no elevas los costos de las medidas autocráticas del gobierno, este no tiene razón alguna para hacerte concesiones reales. La tarea aquí es presionar al gobierno lo suficiente como para que sientan que tienen que hacer concesiones, pero no tanto que les da pánico y terminen de cerrar el puño. No es tarea fácil.
Volviendo a su lema, Machado dijo que “ir hasta el final” implica tener la “disposición intelectual, física, emocional y espiritual necesaria para instaurar una democracia.”
Pero, de nuevo, ¿qué significa eso?
¿Qué pasa si toca inscribir candidatos y Machado sigue inhabilitada?
Imaginemos este escenario.
Machado gana la primaria, aumentan las manifestaciones para que sea habilitada, las protestas son reprimidas violentamente, llegamos a la fecha tope para inscribir candidatos y Machado sigue inhabilitada. ¿Qué pasa ahí?
En este casso, las alternativas que tendríamos disponibles son votar o abstenerse. Abstenerse sería un serio desperdicio del movimiento popular que Machado habría construido hasta ese momento. Toda esa fuerza electoral se perdería en otro 2018 y esta vez ni siquera se podría volver a jugar la carta del gobierno interino como en 2019 con lo quemada que quedó la idea. Abstenerse aquí sería un error porque al gobierno le encanta esa idea, así ganan la elección fácil sin tener que preocuparse mucho. No me enredaré aquí explicando por qué abstenerse es mala idea, hace unos meses escribí este artículo explicando mi lógica y la importancia de votar, pueden leerlo para tener el contexto.
Ahora la otra opción: votar. Pero, si Machado está inhabilitada aún, ¿por quién se votaría? Aquí entra el tema del “sucesor electoral” que han propuesto precandidatos como Henrique Capriles, algo que él ha vuelto a empujar recientemente. Un sucesor tiene el beneficio de darte una alternativa para canalizar el apoyo popular que has construido y aprovecharlo en la elección presidencial.
El problema es que algunos verían esta decisión como una “traición” al mantra de “ir hasta el final”. Los críticos de Machado también usarían este momento para caerle encima, hablando sobre como con eslóganes no se llega a ningún lado y hay que ser “prácticos”. Creo que, aquí, los críticos podrían tener un buen punto. Abstenerse sería derrochar el capital humano que se habría construido con una victoria en la primaria y la campaña presidencial acompañada de manifestaciones públicas. Creo que el riesgo de perder a algunas personas que se sientan traicionadas es preferible a echar a la basura todo el esfuerzo de los meses anteriores, la abstención sería, además, otra jugada fea con las esperanzas de las personas.
El tema del sucesor merece ser analizado a profundidad por su cuenta ya que cualquier propuesta viene con una serie larga de problemas prácticos así que esto es todo lo que diré por los momentos.
De todas formas, Machado claramente ve la vía del desafío como la única ruta realmente viable. En la entrevista para Letras Libres que cité arriba, Machado mencionó que, de ganar la primaria, estaría en una posición mucho más sólida para negociar con líderes extranjeros. Evidentemente ella busca legitimar su liderazgo por medio de la primaria, ganándose así la plataforma para coordinar los esfuerzos de construcción de presión bajo su propia visión y dirección.
La posición de negociación se construye
Oponerse a un régimen autoritario viene con riesgos necesarios, algunos estarán dispuestos a asumirlos, otros no. Creo que una realidad inescapable es que a este gobierno hay que ponerle presión para que cambie su comportamiento y esa presión viene por dos vías principales de nuestra parte: ir a votar en su contra y manifestarnos pacíficamente en su contra. Esto es algo que Machado ha enfatizado recientemente, no solo en la entrevista de Letras Libres que cité, pero también en ElAfter este miércoles al decir “la protesta es un derecho cívico, yo la reivindico”. Machado también recordó que la primaria en sí es un acto de protesta y desafío, una vez más recalcando que los actos de protesta no tienen que ser violentos.
Algunos creen que la solución es meramente dialogar con el régimen pero estas personas ignoran que no hay razón para que el régimen dialogue con nosotros. Las razones deben ser construidas, la posición de negociación debe ser construida, quedarse sentado esperando a que las circunstancias se den solas es mala estrategia.
Creo que la crisis se resuelve por medio de un acuerdo negociado con el régimen y creo que Machado es la persona que (en estos momentos) está mejor preparada para construir la posición de negociación necesaria para asegurar un buen acuerdo. Pero aún me quedan dudas como la que hablamos aquí. ¿Qué pasa si llega el día de inscribir candidato presidencial y Machado sigue inhabilitada?
Esa pregunta se la hizo Nazly Escalona en ElAfter pero Machado la ignoró, yéndose por una tangente sobre qué sigifica “ir hasta el final” pero dejando la pregunta práctica sin contestar. Escalona no presionó para obtener una respuesta clara, pero dudo que Machado estuviese dispuesta a dar una respuesta ahí mismo.
¿Qué vendría después? ¿Cuál sería el endgame? Esto aún no lo sabemos pero es importante que nos lo vayamos preguntando, imagino que Maduro también se lo debe estar pensando. La imprecisión estratégica es una táctica comunmente empleada, no dices exactamente lo que harás justamente para que el rival dude sobre cómo responder. Pero esto no es ajedrez, es la vida real, no hay “piezas” en el tablero, son personas reales. Esas personas van a querer una respuesta mientras más cerca estemos de la fecha y, por los momentos, nos sigue pesando la duda.