La Ley de Pensiones y la desesperación financiera
La tarea imposible de inyectarle dinero a una campaña presidencial sin disparar la inflación nos lleva a un impuesto creado a última hora, aplicado de inmediato y diseñado a los golpes.
El miércoles 8 de mayo de 2024 fue publicada la “Ley de Protección de Pensiones de Seguridad Social Frente al Bloqueo Imperialista” en Gaceta Oficial, marcando su entrada en vigencia aquel mismo día (posiblemente de forma ilegal pero lo hablaremos después). La Ley de Pensiones alega tener el objetivo de proteger las pensiones “frente al impacto negativo causado por las medidas coercitivas unilaterales” que han sido adoptadas “en contra” del país. Es decir, tenemos otra ley más cuya finalidad es, supuestamente, defender a los venezolanos del impacto de las sanciones económicas.
La Ley de Pensiones tiene varias curiosidades, la primera siendo la supuesta “contribución especial” que ha sido creada por medio de la misma. Sus artículos 6 y 7 establecen la creación de una “contribución especial” que será de hasta el 15% de todos los pagos realizados por los contribuyentes del impuesto a sus trabajadores por concepto de salario y bonificaciones no salariales. ¿Y quienes son estos contribuyentes? Pues, esencialmente, cualquier negocio o empresa que realice actividades económicas en Venezuela, esté domiciliada aquí o no, esté formalmente constituida o no.
El monto de la contribución quedaría fijado en el 9%, eso es 9% de cada pago por salario y bonificaciones no salariales. Asi que nada, creo que la mayoría de los empleados pueden ir abandonando cualquier esperanza que tenían de que les subieran el sueldo pronto. Pero bueno, dije que habían varias curiosidades, así que volvamos a eso.
La segunda cosa bastante particular de esto es que la entidad encargada de fiscalizar, recaudar y castigar por incumplimientos no es el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), es el SENIAT. A estas alturas creo que se vuelve bien difícil pretender que esto es una “contribución” y toca llamarlo por su nombre: es un impuesto.
Un impuesto que, según el texto publicado en Gaceta Oficial, se encuentra vigente desde el momento que se publicó, en clara contravención de la Constitución y su artículo 317 el cual indica que las leyes tributarias deben indicar su lapso de entrada en vigencia. Si no se fija un lapso, se entiende que el mismo será de sesenta días continuos. Esto es importante porque determina si cada empresa, tienda, fábrica, negocio, abasto, etc. del país tiene sesenta días para organizarse o si tienen que determinar el monto del impuesto y empezar a pagar de una.
Obviamente no sorprende a nadie que este gobierno haya inventado un impuesto a los golpes y lo hayan forzado en vigencia de una, pero sí es curioso lo acelerado que ha sido la implementación de este. Además, es imposible ignorar que el impuesto haya sido creado justo dos meses antes de la elección presidencial.
En entrevista con Tony Frangie para Caracas Chronicles, Asdrúbal Oliveros y Jesús Palacios Chacín comentaron las dificultades económicas que enfrenta Venezuela en este 2024. Entre la multitud de temas que Oliveros y Palacios resaltaron, hay dos en particular que me interesan en este momento: la voracidad fiscal y la inflación.
Como ambos han escrito en el pasado (y como una multitud de expertos han señalado), los venezolanos sufren de una presión fiscal absurda en Venezuela. Los economistas de Ecoanalítica estiman que, entre impuestos y contribuciones parafiscales, el 60% de los ingresos netos de una empresa terminan yéndose a las manos del gobierno. La presión tributaria sobre el individuo también es absurda considerando la cantidad de dinero que se termina yendo entre el 16% que pagamos en IVA cada vez que compramos algo, el 3% en IGTF que nos cobran si pagamos en dólares por fuera del sistema bancario nacional, el 34% sobre los enriquecimientos netos obtenidos en un año si ganaste más de 6.000 Unidades Tributarias, etc., etc.
Es asfixiante.
Además, si el dinero no se está yendo al gobierno, se está quemando en tu bolsillo. Mientras que la inflación ha bajado considerablemente desde aquellos picos casi inimaginables (pero que vivimos) entre 2018 y 2021 aún se mantiene descaradamente alta en una tasa que se aproxima al 90% anual.
Este es el contexto en el que el gobierno de Nicolás Maduro está llevando su campaña presidencial. Un contexto que presenta un desafío casi imposible: conseguir la mayor cantidad de votos gastando el menor dinero posible para que no se dispare la inflación y sin dejar a todos desempleados.
Sabemos que este es el gobierno menos popular del PSUV, razón por la cual no pueden darse el lujo de tomar medidas que sigan afectando su popularidad como, no se, cobrar otro impuesto más a los golpes que afecta a literalmente todo el mundo para luego inyectarle ese dinero a la economía en un intento desesperado de comprar lealtad mientras disparan las tasas de inflación y desempleo.
Pero bueno, eso es exactamente lo que han hecho.
Claro, Maduro y sus aliados no son tontos, ellos saben que esto tendrá un impacto negativo entonces, al tomar la decisión, nos están revelando que están dispuestos a correr ese riesgo. En otras palabras, creen que podrán recaudar suficiente dinero como para llevarlos hasta la meta el 28 de julio antes de que las consecuencias se sientan al 100%. Pero las consecuencias de esta decisión serán sentidas.
Ya Maduro estuvo reunido en Consejo Nacional de Economía Productiva el pasado miércoles 12 de junio, donde anunció que “Las pensiones van a tener muy buenas noticias”, gracias a la nueva Ley. Maduro no dio detalles, algo bastante curioso ya que está en su interés demostrar que la Ley ha funcionado, claro, puede ser que no tenga un número exacto aún. La realidad del nuevo impuesto es que será muy difícil fiscalizar, es decir, el SENIAT tiene una tarea casi imposible de asegurar que todos estén cumpliendo.
Claro, harán lo que puedan, irán a visitar todas las empresas grandes y se asegurarán de pasar por los centros comerciales, algo de dinero extra siempre es mejor que nada de dinero extra. Tendremos una idea más clara del impacto de estas medidas a finales de este mes cuando el IVSS pague pensiones y se depositen los “bonos por guerra económica”.
Por los momentos, la medida es tan inmediata, hecha a última hora y extrema que solo sirve para confirmar algo que conocemos de hace rato: está pegando la desesperación financiera.