La "estrategia" migratoria de Biden está fundamentalmente errada
La estrategia a largo plazo está siendo sacrificada en el altar de las ambiciones electorales inmediatas.
Tras años de negar su cercanía al gobierno de Venezuela, Alex Saab llegó a Caracas y abrazó a Nicolás Maduro frente a todas las cámaras de propagana del régimen. El Diplomático Venezolano™ había llegado tras casi 1.300 días en la custodia de países extranjeros, llevando a una de las más grandes victorias propagandísticas para el chavismo en varios años. Desde entonces, hemos visto bastante especulación sobre la razón de su liberación, ¿se tratará de una negociación para que habiliten a María Corina Machado? ¿será por la liberación de los estadounidenses que fueron intercambiados ese mismo día? ¿será a cambio de mejores condiciones electorales?
Bueno, el pasado 22 de diciembre, el portavoz de la Casa Blanca John Kirby declaró a la prensa que la liberación (y perdón presidencial) de Saab forma parte de los esfuerzos de Estados Unidos para “…abordar las causas de raíz de la migración”, dando así la razón oficial para el intercambio. Vale la pena tomar esta oportunidad para acotar que la razón oficial no es, necesariamente, la razón real o la única razón. Varias cosas pueden ser verdad a la vez y la liberación de Saab puede perseguir varias finalidades distintas. Dicho eso, tomemos la razón oficial como cierta (por ahora) y tratemos de entender su lógica para luego exponer los problemas que se presentan y las intenciones reales de todo esto.
Es justo preguntarse qué tiene que ver Alex Saab con los venezolanos que arriesgan sus vidas cada día en el Darién, a primera vista parece que nada. Carlos Rodríguez trató de contestar esa duda en Twitter hace unos días al acotar que Saab no tiene nada que ver, directamente, con la migración, sino que es una pieza clave en la normalización de relaciones entre ambos países y es esto lo que persigue Estados Unidos.
Carlos escribió que esta normalización busca facilitar los procesos de deportación y el establecimiento de corredores aéreos entre Estados Unidos y Venezuela, de esta forma “combatiendo” la migración que se ha vuelto un problema para la administración de Joe Biden, pero sospecho (y creo que él también) que las cosas van mucho más allá que eso. Temo que las acciones de Estados Unidos buscan normalizar al gobierno de Maduro, abandonando esperanzas de transición democrática y apostando a que esta normalización reducirá la cantidad de personas que abandonarán Venezuela en los años siguientes. O, al menos, quieren que parezca que se resolvió el problema a tiempo de la elección presidencial de 2024.
La estrategia
A lo largo de 2023 hemos visto cómo las afirmaciones de que Estados Unidos negocia con Maduro han pasado de ser rumores a realidades confirmadas por ambas partes. Este aumento en comunicaciones directas ha sido acompañado por acciones concretas como el levantamiento de sanciones petroleras en octubre, la firma del Acuerdo de Barbados ese mismo mes y el intercambio de presos políticos y estadounidenses injustamente detenidos en Venezuela por la liberación de Alex Saab este pasado 20 de diciembre.
Cuando las sanciones petroleras fueron levantadas, Estados Unidos aseguró que no lo hacían de gratis y apuntaron dos condiciones para la continua suavización del régimen de sanciones, condiciones que ya de seguro recordamos todos:
Cronograma para la habilitación de todos los candidatos presidenciales.
Liberación de todos los presos políticos y estadounidenses injustamente detenidos.
Estas condiciones debían ser cumplidas antes del final de noviembre, una fecha límite para medir las reacciones de ambas partes. El 23 de octubre escribí esto al respecto:
“En noviembre veremos qué tan en serio van todos con los acuerdos que han sido firmados, públicos o privados. Si Maduro cumple con el cronograma de habilitaciones, veremos que el gobierno está bastante desesperado por fondos, tanto que arriesgan contribuir a la motivación electoral y de cambio en el país con la habilitación de Machado. Si Maduro incumple, más debilitará su credibilidad para acuerdos futuros, y además nos mostraría que genuinamente teme a Machado habilitada.
Pero lo más importante de todo lo sabremos al ver la reacción de Estados Unidos a un incumplimiento de Maduro. Si Maduro falla en cumplir su parte del trato y Estados Unidos no remueve la licencia otorgada entonces creo que el país está en problemas bastante más profundos de lo que pensábamos.”
Pues ya noviembre terminó hace rato y Maduro no cumplió con esas condiciones. El régimen venezolano hizo el mínimo esfuerzo por cumplir, una estrategia común de negociación donde arrastras los pies para ver qué tan en serio habla tu contraparte, ver cómo reaccionan a tus incumplimientos y medir qué tan lejos puedes ir con tus abusos. Maduro liberó algunos de los casi 300 presos políticos venezolanos, la totalidad de los estadounidenses detenidos y anunció un “mecanismo” para revisar inhabilitaciones, pero no el cronograma que se le había exigido en octubre.
Aún así las sanciones no han vuelto y, es más, Maduro recibió otro regalo más: Alex Saab.
Así llegamos a ese segundo párrafo que cité arriba, Estados Unidos no reaccionó con acciones a los incumplimientos, los aceptaron como “suficientes”, eso nos debería preocupar a todos.
Nos debe preocupar porque significa que en Washington no están muy comprometidos con los cambios reales en Venezuela, más bien apuestan a la mera mitigación de los “efectos dañinos” para Estados Unidos.
La administración de Biden parece creer que si se portan bien con Maduro y le dan las cosas que él quiere entonces, quizás, ellos obtendrán una Venezuela más estable a cambio. Una Venezuela más próspera donde las olas migratorias que han caracterizado la crisis de la última década serán reducidas o casi completamente eliminadas.
No digo que el gobierno de Biden ha abandonado a María Corina Machado o que prefieran a Maduro, más bien sospecho que están acomodando las cosas con Maduro en caso que no sea posible llegar a una transición pacífica del poder. Quieren quedar del lado bueno del régimen en caso de que se queden en el trono para así mantener las buenas relaciones hacia futuro. Creo que las acciones de Estados Unidos (y su falta de acción en el tema de las sanciones) revelan esta intención de normalizar al régimen a la larga con la esperanza de que se vuelva una “dictadura aceptable”.
Una dictadura que no joda tanto y por lo menos mantenga a la gente dentro de sus fronteras.
Por eso dicen que la liberación de Alex Saab es parte de la estrategia migratoria, Estados Unidos parece preferir un gobierno estable a uno bueno. De ser así, el enfoque está completamente errado.
El problema central de Venezuela
El problema con “arreglar” la crisis migratoria normalizando relaciones es que esa estrategia presume que el éxodo venezolano es producto de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, algo que simplemente no es cierto.
El colapso de la producción petrolera de PDVSA inició antes de las sanciones institucionales que fueron impuestas sobre ese sector en enero de 2019. La tendencia negativa del Producto Interno Bruto anual empezó a marcarse en 2004, de nuevo, unos 15 años antes de las sanciones petroleras. El crimen violento, que llegó a cobrar unas 19 mil vidas en 2014 no fue culpa de Estados Unidos y tampocó ocurrió durante la era de sanciones institucionales y bueno, creo que todos sabemos que este mismo patrón se repite con la inflación pero, por si acaso, el nivel máximo histórico de inflación en Venezuela fue en 2018, justo antes de la imposición de las sanciones.
El problema principal en Venezuela, la raíz de la miseria de las últimas dos décadas que ha llevado a la tragedia migratoria, es el PSUV, no Estados Unidos.
Pero todo esto lo sabemos, todo esto es obvio para nosotros, entonces, ¿acaso no es obvio para Biden?
Aquí llegamos a lo que considero más preocupante, que la estrategia de Estados Unidos no esté partiendo de esperanzas mal fundamentadas o ignorancia, más bien, la estrategia parece nacer de un lugar de desinterés o, pero aún, ambiciones electorales.
Presidenciales 2024
La estretegia migratoria de Estados Unidos no busca resolver el problema de fondo, busca mitigar sus efectos inmediatos por medio de deportaciones en el corto plazo y proyectar una imagen de “pacifismo” y “reconciliación”. Tras las fuertes críticas que ha enfrentado Biden por el apoyo estadounidense a Israel en la guerra en Gaza, el presidente puede estar buscando evitar mayor confrontación con otros regímenes para tratar de apaciguar a sus críticos.
Estas ambiciones electorales son bastante miopes, por supuesto, pero características de la política. Las consecuencias a largo plazo para Venezuela, sus migrantes y para los estadounidenses puede no importarle mucho a la administración actual que únicamente busca asegurar su permanencia en la Casa Blanca por unos cuatro años más.
El show mediático de las deportaciones y la apariencia de una resolución pacífica y no-confrontacional puede ser suficiente para Biden por ahora pero todos sufriremos las consecuencias a largo plazo, él incluido cuando se enfrente al problema continuado de la dictadura venezolana.
Si hay una cosa que hemos aprendido en estos años es que no se le puede creer al chavismo, en lo absoluto. Allá en Washington deben saberlo también pero están más enfocados en aprovecharse de la situación el año que viene.