El chavismo, el 11 de abril y la narrativa antifascista
Algunos pensamientos sobre el mismo cuento de siempre que vuelve a surgir, esta vez con un nuevo capítulo que incluye a Tareck El Aissami.
Creo que sí existió un tiempo cuando las conmemoraciones del chavismo reflejaban las opiniones de la mayoría de los venezolanos. Una época donde el 4 y 27 de febrero eran vistos como momentos particularmente heroicos. Claro, quizás ustedes leyendo nunca se sintieron así pero no dudo que gente así existe, de algún lado sacó Chávez todos esos votos en diciembre del 98.
Poco a poco el gobierno fue perdiendo ese apoyo, marcadamente en 2015 cuando fueron removidos de la Asamblea Nacional por una mayoría que claramente no se esperaban. Con esa erosión de apoyo popular también han perdido la superioridad moral de sus fechas canónicas, hasta llegar al punto actual donde el 4F es recordado de forma positiva por solamente una minoría de venezolanos.
Mientras que aquella fecha es recordada por el PSUV como el nacimiento de la leyenda de Chávez, los días 11, 12 y 13 de abril son recordados como la consolidación de su triunfo. Para muchos socialistas, la intentona golpista de febrero de 1992 fue el momento de concientización del pueblo venezolano para luchar contra sus opresores, batalla que se ganaría en papel en 1998 pero que se ganaría realmente unos cuatro años después.
Aquellos días de abril de 2002 son vistos casi como una gran prueba espiritual para Chávez, una prueba que casi falla pero que, gracias a su superioridad moral, ganaría a la larga con su regreso a Miraflores unas 48 después de su detención. El “Comandante” había triunfado, esta vez de forma certera, sobre el “fascismo neoliberal” que se había organizado con “intereses extranjeros” para volver a “colonizar” Venezuela. La victoria de Chávez del 13 de abril marcó el verdadero inicio de la consolidación total de poder por parte de su partido político.
Las Fuerzas Armadas y de seguridad, PDVSA y múltiples organizaciones gremiales serían purgadas tras el golpe de abril, muchos serían detenidos y enfrentarían juicios que servirían de excusa para la posterior purga del Tribunal Supremo de Justicia. El control total del TSJ permitió al chavismo designar a los rectores del Consejo Nacional Electoral para el referendo revocatorio de 2004. Aquel CNE, presidido por Jorge Rodríguez, inspiró poca confianza en los partidos de oposición, quienes se abstuvieron de participar en las elecciones parlamentarias de 2005. Así, el MVR se hizo con control total de la Asamblea Nacional.
Presidencia, FANB, TSJ, CNE, Asamblea… el chavismo le debe bastante a los eventos de abril.
Con esto no quiero decir que, de no haber ocurrido el golpe del 11A, el chavismo nunca hubiese secuestrado todas las ramas del poder público. Hugo Chávez siempre dejó claro que haría lo necesario para mantener el poder lejos de la oposición, la consolidación la hubiesen logrado igual, quizás hubiese tomado más tiempo, quizás hubiese sido más difícil, pero el objetivo siempre existió.
Lo que quiero decir es que estos días de abril ocupan un espacio de gran importancia dentro de la mitología chavista, demuestran la “victoria popular” sobre el “fascismo” y el “imperialismo”. Dicho eso, el PSUV nunca ha vendido la idea de que esa victoria es la victoria final. Más bien, la lucha contra el supuesto fascismo opositor es perpetua. Nos dicen que el neoliberalismo sigue a la espera de cualquier muestra de debilidad para morder. Siempre tenemos que estar atentos, siempre preparados, la guerra continúa. Es como si piensan que 1984 era un manual a seguir y no una advertencia de Orwell.
En los 22 años desde entonces hemos visto como la narrativa de lucha contra el fascismo es continuamente reciclada, fue lo que escuchamos durante las protestas de 2014, las de 2017 y las de 2019. Ahora nos acercamos a otra elección y, como es de esperarse, el gobierno de Nicolás Maduro ha vuelto a sacar el mismo cuento del fondo del closet para darle otro uso más. Pero, esta vez se siente más intenso.
La tensión en Venezuela ha ido aumentando desde que la oposición anunció que celebraría una elección primaria para determinar el candidato unitario para 2024. Los mismos comentaristas de siempre ladraron que no habría primaria, que no vendrían observadores electorales en 2024, que tal y cual no serían candidatos nunca. Comenzamos a ver violencia en contra de candidatos, ataques e intimidaciones a sedes de partidos y luego salieron las acusaciones de “opositores traidores” cuando Guyana subastó bloques de gas en las costas del Esequibo.
El gobierno aprobó una ley que les permite arrancarle los derechos políticos a quien sea que ellos consideren favoreció a Guyana en la disputa fronteriza. Como si eso no fuese suficiente, ahora discuten una ley que les da el poder de disolver cualquier organización que haya “promovido” el fascismo, evidentemente un cheque en blanco para atentar contra cualquiera que se les oponga. Encima, por ahí sigue la amenaza de la ley para controlar y supervisar las organizaciones no gubernamentales en todas sus actuaciones.
Así llegamos a esta mítica semana nuevamente y la Fiscalía anuncia la detención de Tareck El Aissami, Samark López y Simón Zerpa. Estos hombres no son solamente acusados de robar miles de millones de dólares, son además acusados de haberlo hecho bajo con la intención de destruir el país. Así es, el ex vicepresidente de Nicolás Maduro, Tareck El Aissami, es acusado de traición y terrorismo.
El propósito de esas acusaciones contra El Aissami y Zerpa es encajarlos en la misma narrativa de lucha contra el fascismo imperialista, el cual es tan poderoso que puede infiltrar el mismo gobierno pero es suficientemente incompetente como para ser vencido por Maduro. Es curioso que El Aissami aparezca ahora, después de más de un año sin ser mencionado por el chavismo, pero supongo que será buena propaganda electoral, especialmente en esta semana de conmemoración de “victoria”.
El gobierno busca venderse como una organización perpetuamente asediada por las fuerzas del mal pero suficientemente fuerte en lo moral como para surgir victoriosa, una y otra vez. A esto hay que agregarle todas las supuestas conspiraciones en contra de Maduro que el Ministerio Público ha “desmantelado” en los últimos meses. ¿Para qué tanto cuento si el chavismo controla todo? Es una pregunta justa y sospecho que la respuesta tiene algo que ver con el miedo eterno bajo el que viven los usurpadores del poder. Estas arremetidas contra ex aliados chavistas introducen inestabilidad en el sistema, así que si deciden tomar estas decisiones es porque el miedo de complicar las cosas es menor al miedo de permitir que todo siga por su camino.
Pero es miedo al fin.
Ciertamente se podría argumentar que el Chavismo se mantuvo invicto durante la primera década. Este mismo comenzó a tambalearse cuando la gente votó "no" a la Reforma.
Más que un momento histórico por la Victoria moral, es un eslabón más en la larga trama que va hilando el chavismo sobre su propia mitología - sólo basta con leer las descripciones que hacen oficialmente sobre el Caracazo, el cual ya se asemeia a un mito creationista con mujeres embarazadas que inician una causa noble antes de la llegada de un profeta.