No se puede borrar el pasado
Para Capriles, todo lo bueno es gracias a él, todo lo malo es culpa de todos.
El pasado viernes se cumplió el décimo aniversario de la elección presidencial de 2013 en Venezuela. Un evento que quizás ya podemos llamar La Elección, considerando que aún hoy en día sigue dominando la conversación política venezolana. Ciertamente fue uno de esos “momentos visagra” que marcan un claro antes y después, por abusado que esté el término. Aquella elección fue la primera para el PSUV sin Hugo Chávez y muchos esperaron que el movimiento colapsaría sin la figura mesiánica que lo había mantenido unido.
Creo que todos recordamos como fue.
La Elección
Chávez había nombrado a Nicolás Maduro como su sucesor antes de irse a La Habana para tratar su cáncer, Chávez nunca volvió, su muerte se anunció el 5 de marzo 2013 y, a penas cuatro días después, el Consejo Nacional Electoral convocó una nueva elección para el 14 de abril de ese mismo año. La campaña presidencial sería increíblemente corta, solo 10 días que correrían desde el 2 de abril al 11, ambos días incluidos. El chavismo tenía su candidato, el entonces presidente encargado Nicolás Maduro Moros, mientras que la oposición, trabajando en conjunto bajo el toldo de la Mesa de la Unidad Democrática, volvería a apoyar a Henrique Capriles Radonski.
Las encuestas estaban volcadas a favor de Maduro, la muerte tan reciente de Chávez ayudarían su narrativa electoral y el uso de los medios y recursos del estado parecían asegurar una nueva victoria del PSUV. Claro, las cosas se apretaron bastante y la elección terminó decidida por solo 223.599 votos.
La reacción inicial de Capriles fue pedir una auditoría completa de las papeletas electorales algo con lo que Maduro concordó, tras proclamar su victoria. Sabemos que esa auditoría nunca se dio y que Maduro se quedó bastante callado y también sabemos que los votantes opositores salieron a las calles. Por varios días, manifestantes ocuparon calles de Caracas y el resto del país, hasta que algunas protestas se volvieron violentas y siete personas perdieron sus vidas.
Capriles había anunciado que en Caracas se marcharía el miércoles 19 de abril, día de la juramentación de Maduro, pero canceló sus planes tras la violencia de los días anteriores y la persistente amenaza de un derramamiento serio de sangre si la marcha continuaba como planeada.
Indeleble
Para Capriles, es imposible escapar de este momento en la historia. El 2013 vivirá con él y lo perseguirá a donde sea que vaya, haga lo que haga. Incluso previo a su anuncio de que aspiraría por tercera vez a la presidencia en 2024, las respuestas a los tweets de Capriles estaban llenas de personas atacándolo por haber “abandonado” a la gente y haber “entregado” La Elección.
Ahora que Capriles está en campaña esas respuestas son más y más violentas. “Entreguista”, “traidor”, “relambeguebo”, todas palabras que he tenido que leer que sus seguidores le dejan en cada una de sus publicaciones. Es casi imposible encontrar una publicación o anuncio del hombre que no sea recibido con agresividad por lo que pasó aquel día.
La realidad aquí es que Capriles se puso a sí mismo en una situación increíblemente complicada. Si él habla sobre su última campaña, veremos gente que le dirá que “deje de vivir en el pasado”, que ya el tiempo pasó y no es hora de andar hablando del 2013. Si Capriles ignora el tema por completo, igual tendrá que cargar con el mismo peso de la misma elección. Esta mancha siempre la tendrá encima, hable sobre ello o no, nos ponga música del 2013 o no, use videos de sus marchas y convocatorias o no.
El fantasma de La Elección seguirá a Capriles en toda su campaña y eso le va a jugar en contra en cada momento y cada oportunidad. La única forma que veo que se quite un poco el peso de encima es que lo enfrente, aclare las cosas y luego continúe con su campaña.
Eso fue lo que intentó con un documental que subió a YouTube. Veamos cómo salió.
El documental
El documental (que en el fondo es propaganda política y ya) que Capriles subió a su canal de YouTube está dividido en tres capítulos, supongo que con el objetivo de hacerlo más digerible para su audiencia. El primero se enfoca que en el preludio a la elección: la muerte de Chávez. El segundo capítulo es sobre su campaña y el tercero trata más en espeífico las acciones que él y el resto de la MUD tomaron para tratar de defender el resultado.
La verdadera controversia que persigue a Capriles no es perder la elección, es decir que algo andaba raro con los resultados y luego no lograr que se hiciera algo al respecto. Es decir, no “cobró”, como he visto a algunos decirle en Twitter.
Los capítulos dos y tres tratan de hacer varias cosas:
Explicar que había amenazas por parte del estado de usar la violencia para frenar la marcha en protesta de la juramentación de Maduro.
Mostrar las acciones legales que se tomaron para impugnar los resultados.
Acusar a La Salida (2014) y las protestas de 2017 de ser inservibles.
Mostrar que el voto es la vía al ganar la Asamblea Nacional en 2015.
Justificar sus acciones hilando los puntos previos.
La gente le tiene arrechera a Capriles porque no salió a defender los resultados de la elección, entonces él usa el documental para mostrar que protestas callejeras no hubiesen logrado nada. El punto aquí es decir “si salíamos a la calle iba a pasar lo mismo que 2014 y 2017, gente iba a morir y no íbamos a lograr nada”.
Temo decirlo pero creo que Capriles tiene razón en el tema de fondo. Dudo mucho que marchas y protestas hubiesen logrado que Maduro soltase el poder. Quizás hubiese logrado una auditoría de la elección por parte del CNE pero no tenemos garantía de que esa auditoría hubiese sido transparente o de que llevaría a un resultado distinto.
De todas formas, nadie puede decir que no luchamos. Sí hubo protestas en 2013 y los años siguientes estarían marcados por conflictos callejeros serios que demostrarían el hambre de cambio y la disposición de que tenían todos para dejar la piel si era lo necesario.
Desafortunadamente, los propagandistas de Capriles van mucho más lejos que simplemente presentar el argumento de fondo. Las dos últimas partes del documental solo están ahí para lavarle la cara, tratando de quitarle toda responsabilidad por los fracasos de encima.
El ego del hombre es inmenso, él se siente como el hijo del destino, el hombre electo por Dios para ser presidente de Venezuela y es algo muy notable durante todo el video. Capriles levanta la mano para decir que él tomó la responsabilidad de ser el candidato, que él fue el que motivó el país, que por él salían todos a las calles buscando una oportunidad de ver al gran Mesías.
Pero cuando llega la hora de cancelar la marcha del 19 de abril de 2013, bueno, el video que usan en el documental es uno de Leopoldo López hablando con la prensa, no de Capriles. Igual que con las protestas de 2014 y 2017, Capriles trata de evitar hablar de su rol en ellas, simplemente diciendo que fueron un error, un retroceso, mostrando clips de otros líderes opositores involucrados. Pero Capriles fue muy vocal durante las protestas de 2014, fuertemente a favor de la estrategia de presión. En octubre de 2016, tras la paralización del intento de referendo revocatorio en contra de Nicolás Maduro, Capriles llamó a tomar las calles. Tampoco podemos olvidar que Capriles estuvo frente a las protestas de 2017, un rol que se tomó muy en serio en el momento.
Pero en sus videos no sale él en medio de esas protestas. No sale llamando a tomar la calle, no sale acusando al CNE de golpistas como dijo en 2016. No, todo eso se le olvida. Los “errores” son colectivos, son culpa de todos, pero los logros son exclusivos de Capriles.
No nos debería sorprender que una pieza de propaganda política sea mentirosa y manipuladora. Obvio lo va a ser, es propaganda. Pero no podemos permitir que Capriles rescriba la historia de forma tan conveniente.
A todas estas, ¿servirá de algo su video?
La gente que iba a votar por Capriles previo a la publicación de su pieza de propaganda, votará por Capriles después de ella. Los que no iban a votar por él, no serán convencidos. Lo que el video hizo fue darle municiones a sus votantes para defenderlo ante los que lo atacan. Sirve para reforzar la convicción de quienes ya estaban convencidos por Capriles. No hay forma que esto borre la memoria de 2013, no hay forma que esto cambie la perspectiva general que existe sobre él en la memoria colectiva venezolana.
Pero yo creo que él sabe eso. Si Capriles me pregunta “¿cómo rehabilito mi imagen?”, mi respuesta sería decirle que se quite del medio, deje surgir liderazgos nuevos y que él tome un rol menos protagónico. Pero eso no es lo que él quiere. Él quiere ser el protagonista, aunque de vez en cuando se aleje un poco de ese papel.
Capriles es Kendall Roy, no importa cuántas veces se medio acerque al liderazgo de la compañía, no importa cuántas veces la cague y tenga que retirarse del medio, no importa cuántas veces pretenda que él no quiere ser el líder. No puede evitarlo, es su personaje, es quien es en el fondo. En cuanto vea un chance se lanzará de nuevo y por eso ahora está metido en las primarias.
Capriles sigue sufriendo del mismo mesianismo-populista del que siempre ha sufrido. El hombre no puede cambiar. En una democracia, hubiese sido un político muy exitoso, de seguro ya hubiese sido presidente y todo. Pero esa no es la Venezuela que nos tocó.
Buen articulo. De acuerdo respecto al ego y a la comparación con Kendall Roy, perfecto.